Nuestro organismo está fisiológica y anatómicamente diseñado para digerir, asimilar y aprovechar las frutas. Nuestra dentadura, nuestro aparato digestivo, nuestras manos y nuestra mente incluso, están adaptados a consumir este alimento.
Si comienzas a integrar las frutas en tu alimentación diaria, pronto notarás cómo tus digestiones se vuelven más livianas, se regula tu tránsito intestinal y tu energía aumenta de manera casi vertiginosa, ya que no ocasionan prácticamente esfuerzo digestivo.
Además de aportarnos todos los nutrientes que necesitamos, son alimentos vivos, por lo que nos proporcionan mucha vitalidad. Poseen un porcentaje mayoritario de agua enriquecida con minerales, vitaminas, enzimas, oligoelementos, etc. Y lo que es mejor, se comen sin necesidad de cocinarlas.
Las frutas facilitan la regeneración global del organismo. Se ha visto que personas con diabetes, obesidad, colesterol, triglicéridos, HTA, etc., mejoran su cuadro clínico muy rápidamente al introducir progresivamente mayores cantidades de frutas en su alimentación habitual.
Entonces, ¿comemos fruta y ya está?
Podríamos decirte que sí… pero a veces no resulta tan sencillo. Si bien los beneficios de comer frutas son muchos, existen formas adecuadas de introducir paulatinamente la fruta en nuestra alimentación, ya que es necesario tener en cuenta el estado de nuestra mucosa intestinal y el equilibrio de la microbiota.
Lo primero que te vamos a recordar es que la fruta ha de comerse sola, sin otros alimentos que la acompañen y con el estómago vacío.
Existen varias clases de frutas. A grandes rasgos, podemos decir que las hay:
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Dulces: plátano, cereza, higo, uvas, dátiles, chirimoya...
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Semidulces: papaya, mango, pera, uva, guanábana...
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Ácidas: guayaba, fresa, frambuesa, limón, mora, piña, maracuyá, naranja, arándano...
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Semi-ácidas: ciruelas, tomate, mandarina, granada, manzana ácida, melocotón...
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Neutras: coco, aguacate, manzana...
Esta clasificación es muy general, y según a quién se le pregunte, puede coincidir o no. Pero esto no es problema, nosotros te recomendamos guiarte sobre todo por tu paladar y por cómo son tus digestiones cuando las comes.
Cada una de las frutas que pertenecen a un mismo grupo, puede comerse con otra de la misma lista. Es decir: naranjas con fresas; peras con mango y dátiles con plátano, por ejemplo.
Pero si lo que queremos es mezclar entre grupos diferentes, la norma general es no comer a la vez las dulces con las más ácidas en una misma comida, ya que pueden resultar indigestas. Las frutas neutras, pueden comerse tanto con las ácidas como con las dulces.
Y por otro lado, están el melón y la sandía, dos frutas compuestas por un porcentaje mayoritario de agua. Tienen una digestión muy rápida y por eso, la recomendación es que se coman solas, sin mezclar con ningún otro alimento, ni siquiera con las demás frutas.
Aunque podemos mezclar frutas entre ellas, hay que intentar no comer frutas con otros alimentos para que no se queden en el estómago más tiempo del que debieran, fermentando y obstaculizando la digestión.
¿No te sucede que a veces cuando ingieres frutas junto a otros alimentos, te genera reflujo o malestar, o que también se te repite?
Es algo muy común y que vemos mucho en sesión. Pero las personas, lejos de entender que es la mala combinación lo que les está dañando, normalmente culpan a las frutas y terminan apartándolas de su alimentación, con todos los perjuicios que ello supone para su salud.
Pero, ¿y qué pasa cuando hay intolerancias a la fruta?
Una intolerancia a las frutas nos está indicando que nuestra mucosa digestiva padece un desequilibrio interno. Y así como no es capaz de metabolizar de forma óptima las frutas, tampoco puede hacerlo con otros alimentos.
Cuando en una persona se manifiesta una intolerancia de este tipo, es necesario comprender que su mucosa intestinal está alterada, por lo que se vuelve urgente la necesidad de regenerar y reequilibrar esa mucosa.
En estos casos, ayuda mucho comenzar por una depuración integral del organismo. Así se permite que la mucosa digestiva se regenere y reequilibre de forma natural. Una vez restablecido el equilibrio de la mucosa digestiva, se podrán reintroducir las frutas en la alimentación de forma progresiva.
De esta manera, personas que son diagnosticadas con intolerancia a las frutas, empiezan a poder introducirlas en su alimentación, (re)descubriendo nuevos y exquisitos sabores al paladar y potenciando su calidad de vida y su bienestar.
Si aún no comes suficiente fruta a diario, una buena forma de comenzar es incluirlas en tus des-ayunos, y tenerlas a mano como snack de media mañana o en la merienda. Recuerda ir haciendo cambios progresivos: un día des-ayunas fruta, por ejemplo, y al otro día, vuelves a tu desayuno habitual, y así sucesivamente.
Volver a comer y disfrutar de las frutas, permite a tu organismo la posibilidad de acceder a uno de los alimentos más sanos y beneficiosos que nos proporciona la naturaleza.
Suso Valcárcel y Flor Fernández
Coaches de salud integral, expertos en nutrición natural y consciente
Fundadores de Hygemon y del programa C.I.S.E.