Para comenzar, te contamos a qué llamamos “comestibles” nosotros. Un “comestible'' es aquello que podemos ingerir pero que en realidad no nos nutre y muchas veces incluso nos hace daño. Si te fijas, las góndolas de los supermercados están llenas de “comestibles” bajo el nombre de “pan, galletas, comida lista para comer, bollería, zumos ‘de frutas’, etc.”
¿Comestibles, chicos? ¿Cómo puedo identificarlos? ¡No te alarmes! Es bastante sencillo diferenciarlos. Te dejamos aquí algunos trucos:
Puedes empezar por interpretar el etiquetado. El primer ingrediente de la lista, siempre es el mayoritario. Es decir, si la lista comienza por azúcar, jarabe de glucosa, dextrosa, fructosa, maltodextrina, sorbitol o algo similar, quiere decir que en realidad estás comprando un producto con base de azúcar en su composición.
Esto lo puedes ver muy claramente con el “cacao”. ¿Te has fijado que muchas marcas te dicen que es cacao lo que estás comprando, pero sin embargo, al leer la lista de ingredientes te das cuenta que de cacao tiene un 2% (o menos) y el resto es harina, azúcar y otros?
A su vez, si la lista de ingredientes es muy extensa, implicará un trabajo digestivo mayor a tu organismo. ¿Recuerdas lo que te hemos contado sobre la combinación de alimentos? Cuantas más mezclas de diferentes alimentos realizamos en una misma comida, más fatigamos a nuestros órganos digestivos.
Una regla de oro que puedes aplicar es ésta: si no sabes qué estás leyendo, mejor no lo comas. Hay productos que en su composición tienen una cantidad importante de “E-”, “C-” o similares (aditivos alimentarios, conservantes, colorantes, potenciadores del sabor, etc.) que dañan e inflaman nuestro organismo.
Por otro lado, no te confíes de los productos que ponen “light”, ya que se refiere a que ese producto tiene un 33% menos de grasa o azúcar que su producto de referencia. No a que es realmente bajo en grasas o azúcares. Esto se ve claramente con los refrescos azucarados: tanto el “light” como el original tienen una gran cantidad de azúcar, solo que el “light”, tiene un 33% menos.
Lo mismo ocurre con los “sin”: “sin alcohol”, “sin azúcar”, “sin gluten”,... “Sin” no es sinónimo de “libre de”, por lo que estos productos, aún a pesar de especificar “sin…”, tienen una cantidad muy reducida de aquello que nombran.
Además, ten en cuenta este otro dato: si dice “harina” y no especifica cuál, es harina blanca (refinada) de trigo. Si dice “azúcar” a secas, es azúcar blanco refinado y si dice “leche”, se trata de leche entera de vaca. Todo lo demás debe ir especificado: “harina integral de espelta o centeno”, “azúcar integral de caña”, “leche de cabra u oveja”, etc.
Si tienes alergias o intolerancias, recuerda que los alérgenos normalmente están en negrita dentro de la lista de ingredientes, y también se especifican al final, cuando se lee “puede contener trazas de…” o “contiene…”.
Otra de las cosas a tener en cuenta para una compra saludable, son los procesos a los que son sometidos los alimentos.
No es lo mismo comer verdura y fruta proveniente de un cultivo ecológico, donde se han respetado los tiempos de crecimiento de la planta, que comer verduras y frutas cultivadas de forma intensiva, donde se aplican pesticidas y fertilizantes a destajo para acelerar este proceso.
A su vez, tampoco es igual comer carne animal proveniente de granjas donde los animales crecen a su ritmo, que la carne que proviene de la ganadería intensiva.
Por otro lado, cuando compres congelados, hazlo en sitios donde tengas la seguridad de que la cadena de frío no se ha roto en el transporte ni en la manipulación de estos alimentos.
Llevarte a la boca productos cuidados, sin agregados ni pesticidas, hormonas, antibióticos u organismos modificados genéticamente, es una de las mejores alternativas para comenzar a cuidar tu salud y la de los tuyos.
Cierto es que no siempre podemos comprar productos de cultivo ecológico o que respeten los tiempos de crecimiento y cuidado de las frutas y verduras y los animales. Por eso, te invitamos a ser muy cuidadoso con el lavado y pelado de frutas y verduras y con los procesos de cocción de los alimentos para minimizar la exposición a tóxicos diversos.
Por último, para asegurar la calidad de tus comidas, te recomendamos comprar alimentos frescos e integrales y cocinarlos en casa. Así te aseguras, por un lado, que los ingredientes sean de calidad, y por el otro, que el proceso por el que pasan estos alimentos sea el más sano posible.
A la hora de ir a la compra, recuerda que aquello que comes hoy, puede estar determinando tu salud de mañana.
Distinguir alimentos de “comestibles” es muy sencillo si sabes cómo. Esperamos que estos consejos te ayuden a realizar compras más sanas y conscientes.
Ten presente que cuando comenzamos un cambio en nuestros hábitos alimentarios, a veces se hace necesario contar con la guía y el apoyo de un profesional que sepa cómo asesorarnos y que nos ayude a conseguir que este nuevo estilo de vida resulte sostenible en el tiempo. Pide ayuda profesional si sientes que lo necesitas.
Gracias por leernos. Nos vemos la próxima semana.
Suso Valcárcel y Flor Fernández
Coaches de salud integral, expertos en nutrición natural y consciente
Fundadores de Hygemon y del programa C.I.S.E.