Cuando hablamos de salud, normalmente identificamos ciertos alimentos y determinados hábitos de vida como “buenos” o “malos”, según consideramos su impacto en nuestras vidas.
Hoy queremos invitarte a reflexionar sobre esto. ¿Te has planteado el efecto en tu salud que pueden llegar a tener algunos hábitos que venimos realizando desde siempre por inercia?
Cocinar con altas temperaturas, freír los alimentos, preparar más cantidad de lo que vamos a comer, desechar el caldo de cocción, etc.
En este artículo te daremos unos consejos para que cuando cocines lo hagas con consciencia y puedas elegir las opciones más sanas para llevar a tu mesa (y a tu organismo).
Como siempre, empieza por priorizar los alimentos de calidad, preferiblemente de producción ecológica y los que hayan sido tratados con menor cantidad de pesticidas, hormonas o antibióticos.
Además del alimento en sí mismo, debemos prestar atención a la forma en que lo cocinamos, la temperatura a la que es sometido y los utensilios que usamos, ya que todos esos factores influyen en nuestra salud.
A continuación, te dejamos algunos consejos que te servirán para brindarte a ti y a los tuyos unos platos nutritivamente deliciosos.
Cuando cocines, lo primero que tienes que tener en cuenta es el tiempo de exposición al calor al que son sometidos los alimentos. Recuerda que cuanto mayor exposición al calor, mayor pérdida de nutrientes y una mayor pérdida de sabor.
En definitiva, obtienes menos salud en tu plato. Por eso te recomendamos que elijas las cocciones donde la aplicación del calor se minimice. Cocinar al vapor es la mejor opción para evitar pérdidas nutricionales.
El agua es un factor importante también: si cocinamos con mucha cantidad de agua, se produce una mayor pérdida de nutrientes que se quedan en el caldo de cocción.
Además, es mejor trocear las verduras en trozos grandes y echarlas en la olla una vez que el agua hierve. No antes. Te invitamos a aprovechar siempre el caldo de cocción, ya que es donde se queda una parte considerable de los nutrientes de los alimentos.
Por otro lado, el oxígeno provoca una pérdida de nutrientes al contactar con los alimentos, que afecta principalmente al contenido de la vitamina C. Por esto siempre es preferible tapar las cazuelas durante la cocción, minimizando así la oxidación y la destrucción masiva de la vitamina C.
Es importante recordar que los alimentos cocinados sufren fermentación progresiva, por eso es aconsejable entrenarnos en cocinar solamente las raciones que vamos a consumir y no cocinar de más, así no dejaremos las preparaciones de un día para otro ni de una comida para la siguiente.
Te recomendamos también evitar las frituras por las altas temperaturas que alcanza el aceite y los compuestos proinflamatorios que se desprenden. Cuando freímos los alimentos, estos son envueltos por una densa capa de aceite que no permite que los jugos gástricos actúen en ellos.
Así, las digestiones se vuelven lentas y pesadas, y los alimentos terminan siendo poco asimilables para nuestro organismo, pudiendo volverse tóxicos. Esta situación traerá consigo la fatiga de los sistemas de eliminación y regeneración de nuestro organismo, conduciéndonos a la pérdida silenciosa de nuestra salud.
No queremos despedirnos sin antes recordarte que, sobre todo en estas fechas en que las reuniones familiares y las “comilonas” están muy presentes, acompañes tus comidas con un buen plato de alimentos naturales, como ensalada o frutas frescas, para ayudar a metabolizar todos los alimentos que sí han pasado por procesos de cocción.
Y hasta aquí por hoy. La próxima semana te contaremos acerca de los utensilios de cocina que mejor se adaptan a una cocina consciente y saludable. Esperamos que estés pasando una Semana Santa muy nutritiva, disfrutando de tus seres queridos y de tus comidas.
Suso Valcárcel y Flor Fernández
Coaches de salud integral, expertos en nutrición natural y consciente
Fundadores de Hygemon y del programa C.I.S.E.