Los tiempos cambian y actualmente acercarse a una barra para pedir un cóctel, ya sea mezclado o agitado, no es cosa de personajes de película, sino que se ha convertido en una tendencia mundial que está transformando la manera de consumir alcohol a nivel internacional.
Lógicamente, parte del gran éxito de las coctelerías reside en haber comprendido y potenciado la singularidad de cada bar y entender también que las bebidas de calidad tratadas con inteligencia y originalidad despiertan el interés de los consumidores.
No importa si hablamos del famoso Aegean Negroni (The Clumsies, Grecia) o del Negroni, todo un clásico desde 1919. El secreto de las grandes mezclas reside en generar sabores nuevos, equilibrados, originales y, sobre todo, al gusto de los clientes.
Otro tema a valorar en la tendencia de la coctelería es el de las presentaciones. Por un lado, hay bares como en el conocido Scout en Londres en el que huyen de teatros y optan por presentaciones mucho más sobrias pero cuidando hasta el más mínimo detalle: el uso de un hielo excelente y puro, una fina y elegante cristalería y una decoración en sintonía con el líquido.
Del otro lado, si buscamos un lugar lleno de esta teatralidad, encontramos Oriole, también en Londres, cuyo diseño nos tendrá ensimismados, recorriendo con nuestros ojos cada botella de la barra, cada objeto extraño y de origen remoto y cada rincón de la sala decorada con un gusto exquisito. Los cócteles sorprenden con sus puestas en escena y decoraciones, todo un arte en sí mismo.
Reconozco que admiro a los bartenders que hacen decoraciones imposibles en lo alto de la copa, sólo comparables con la Torre de Pisa, pero como consumidor prefiero la opción de bebidas con poco adorno, ya que encarecen el cóctel y restan protagonismo al líquido. Al fin y al cabo, el adorno se quedará en el bar una vez yo haya terminado mi trago, pero lo que sí se quedará conmigo será el recuerdo de ese cóctel, lo que me hizo sentir o revivir, cuánto fue capaz de sorprenderme y si dibujó una sonrisa en mi cara al probarlo.
Para llegar a ese punto se requiere de muchísima técnica y conocimiento. Los cócteles modernos son clarificados, ahumados, lactofermentados, texturizados, “lavados con grasa”, etc., y a pesar de contener hasta siete ingredientes, su textura, color y sabor son toda una delicia.
Si te apetece probar algo diferente, te invito a que disfrutes con el cocktail Ultraviolet que elaboro en McGregor Cocktail & Co. con vodka vainilla, licor de chocolate blanco, lima y caramelo de violeta. Está clarificado con yogur griego y decorado con paniculata.
¿Y tú, por cuál te decantarías?
Ángel García
Bartender
@A.GARZZ