La gran diferencia entre cuidar la salud corporal y la salud emocional se basa principalmente en que de la primera somos más consciente que de la segunda.
Esto se debe en primer lugar porque el cuerpo físico es visible, mientras que las emociones no. Esta condición facilita el cuidado del cuerpo físico, porque es más fácil ser conscientes de lo que vemos que de lo que no vemos.
Además, toda la estructura educacional y cultural nos lleva, a una edad muy temprana, a aprender a ocultar y casi a neutralizar lo que sentimos. Pareciera que sentir se convierte en algo “dañino para la salud”, en consecuencia, escondemos nuestros sentimientos casi de forma automática y hasta nos parece normal y natural.
En realidad, lo que deberíamos aprender es a desarrollar nuestra “Inteligencia Emocional”, que nos permite ser más consciente de lo que sentimos y también nos enseña cómo podemos cambiar una emoción por otra que nos haga sentir mejor.
De esta forma, estaríamos cultivando nuestra salud emocional, convirtiéndonos en personas más serenas, tranquilas, seguras de sí mismas, con mayor capacidad de decisión y viviríamos en una banda ancha de bienestar que, con toda seguridad, se traduciría en una mayor calidad de vida, haciéndonos seres más felices y longevos.
¿Cómo podemos saber si somos o no personas con salud emocional?
Las personas emocionalmente saludables muestran un mayor equilibrio de sus pensamientos y por ende de sus emociones, ya que los pensamientos per se no tienen injerencia alguna en nosotros si no nos afectan emocionalmente.
Cuando un pensamiento es arropado por alguna emoción en nosotros, nace lo que conocemos como sentimiento y es este sentir el que define el bienestar o malestar en cada uno de nuestros días.
Lamentablemente, en la sociedad actual, este proceso ocurre de forma totalmente inconsciente. Vivimos dormidos, presos de la información y de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, alimentando nuestras emociones con “sustancias llenas de datos chatarra”. Sí, tal cual, como comida chatarra, datos e información que nos llega por todas partes y que ni siquiera nos detenemos ni un segundo a cuestionar, sino que, peor aún, la damos por cierta y segura.
Todo esto nos causa un enorme malestar, nos hace vivir a merced del miedo haciéndonos sentir personas pequeñas, vulnerables e indefensas, entregando completamente todas las capacidades y habilidades que tenemos como personas racionales y pensantes.
Algunos pasos para cuidar tu salud emocional
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Hazte consciente de tus emociones y tus reacciones: observa cómo te sientes la mayor parte de tus días. ¿Te sientes alegre? ¿Te sientes triste? ¿Te sientes estresado? ¿Te sientes vulnerable? ¿Vives con miedo? ¿Te sientes motivado? ¿Te sientes enérgico? Identificar tu frecuencia emocional más recurrente es el primer paso para que puedas decidir con cuál emoción realmente quieres pasar la mayor parte de tus días.
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Desarrolla tu Inteligencia Emocional: Existen talleres sencillos a través de los cuales se pueden adquirir nuevos hábitos que te ayuden a vivir la vida de una forma más plena, feliz, te conducen al autoconocimiento que te permitirá vivir en un mayor nivel de bien-estar.
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Haz alguna actividad o deporte que te guste: Incluir en nuestras rutinas de vida espacios para hacer cosas que nos conecten con lo que nos gusta de la vida es un ingrediente indispensable para desarrollar la salud emocional.
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Rodéate de personas positivas: Se dice que somos el promedio de las cinco personas que más frecuentamos en nuestra vida. Rodearse de personas positivas y entusiastas eleva el termómetro de la felicidad en nuestra vida, nos llena de entusiasmo y nos ayuda a ver la parte divertida y benevolente de la vida.
Cuando se logra la coherencia entre el pensamiento, los sentimientos y las acciones, se inicia el camino hacia la felicidad.
Kary Piloto
Coach y Mentora en Auto-Gestión Emocional
@karypiloto_mentora