Sin duda, la integración de la mujer dentro de profesiones técnicas y de alto nivel de gestión, conlleva muchas veces una responsabilidad y un quehacer diferente a cualquier otra donde “supuestamente “ hay mayor número de mujeres profesionales. Pero el dato curioso es que, cuando nos acercarnos a los entornos académicos, son las mujeres las que más estudian carreras técnicas, como arquitectura o ingeniería.
En el caso de mi profesión, el sistema educativo ha diferenciado actualmente dos funciones bien marcadas. Por un lado tenemos:
- Módulo profesional de Técnico Superior en Proyecto y Dirección de Obras de Decoración, en la que se formará a lo que yo denomino personalmente un técnico en estilismo. Aquí se hace un repaso y se forma a un profesional que gestionará obras de decoración menores, tanto en viviendas como en espacios comerciales dentro de nuestra Comunidad Autónoma (esto es un tema que compete a normativa y legislación sobre competencias profesionales. Es extenso y se hace necesario explicarlo en otro artículo).
- Enseñanzas Artísticas superiores, Especialidad Diseño de Interiores. Es el equivalente a un graduado, donde se formará a un interiorista, capaz de analizar, investigar y proyectar, dirigir equipos de proyectos y de ejecución de obras de diseño de interiores.
Ambas dos, desde hace aproximadamente 10 años, se pueden cursar en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria donde, cómo decía anteriormente, el número de mujeres diseñadoras es mayor que el los hombres. Entonces, ¿qué ocurre en el intervalo de tiempo desde que terminan la carrera hasta que acceden al mercado laboral? ¿Cuántas mujeres hemos antepuesto nuestra evolución como mujer a la vida profesional? ¿Cuántas nos hemos visto en la tesitura de sacrificar nuestra pasión, nuestra esencia? ¿Es posible que en un momento determinado haya machismo a la hora de decidir si continuar dentro un mercado profesional? ¿Cuánto es de difícil para una mujer persistir en la profesión?
No es tanto el machismo en sí, es consecuente con la inserción de las funciones, deseos y necesidades que como seres tenemos intrínsecos en nuestro ADN. Son profesiones que realmente crean profesionales autónomos, independientes, freelance, lo que complica mucho la supervivencia. Se sacrificará en muchas ocasiones no para ser creativos, sino para ser vendedores de producto y marca, que nos dará una situación “acomodada” pero no satisfará nuestro sueño.
Otro punto importante es la reinserción laboral, la cual se torna complicada. En ese momento valoras a aquellos que continuaron tras su formación y tienen un hueco profesional, además de a aquellos que salen actualmente de la carrera y empiezan fuerte con más formación académica, más conocimientos informáticos y más juventud. Es entonces donde otros aspectos dejan a un lado la formación. Entra la fuerza, la tenacidad, la constancia, el respeto y valoración al trabajo. La pasión, el amor hacia lo que haces. La paciencia, el cariño y complicidad hacia los clientes. El arte como elemento y como base a la diferenciación. Y el apoyo y respeto de todo el que te rodea.
Nunca he sentido machismo en mi profesión, pero sí en mi vida diaria, en las trabas como mujer y como madre. En cómo otros miran tus funciones como profesional y cómo juzgan cada acción que, como mujer, desempeñas. En la no equiparación familiar, en la no igualdad de condiciones, en la no equiparación salarial.
Da que pensar.
Paula Cabrera
Arquitecta de interiores e interiorista
www.vandamarte.com