Existen diferentes tipos ondas cerebrales, que son esas ondulaciones de trazos eléctricos que se registran y conforman el electroencefalograma. Las más habituales son: Delta, Theta, Alpha, Beta y Gamma. Cada una de ellas es necesaria y debe estar presente de forma equilibrada y armónica en el cerebro.
Nuestro cerebro funciona con estos cinco tipos de ondas y cada una predomina dependiendo de nuestro estado mental. Por ejemplo, Alpha debería predominar cuando nos encontramos en un estado de relajación, Delta debería hacerlo cuando estamos en un estado de somnolencia, quedándonos dormidos, sin embargo, si estamos activando a nuestro cerebro, con una actividad que nos demanda mucha concentración, la onda que debería predominar es Beta.
Hoy me gustaría centrarme en las ondas Alfa. ¿Qué sabemos de ellas?
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Estas ondas son denominadas ondas lentas debido a que su frecuencia oscila entre 8 y 14 Hz (entro 8 y 14 ciclos “olitas” por segundo).
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Este tipo de actividad suele enfatizarse cuando estamos en un estado de alerta (despiertos) pero relajados, es decir, aparece durante estados profundos, cuando estamos centrados en el momento presente, “aquí y ahora”.
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Tiene una mayor presencia en el lóbulo occipital, donde se procesan los estímulos visuales, por ello se deben apreciar cambios de Alfa cuando pasamos de tener los ojos abiertos a tenerlos cerrados.
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Está relacionada con la creatividad, con la capacidad de aprendizaje, y con la reducción del estrés, ya que genera sensación de calma.
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Si nos encontramos en el electroencefalograma, un Alfa elevada podríamos estar ante personas con problemas de estado de ánimo, hipervigilancia o abuso de sustancias, pero también con personas que tienen muy buena memoria o son muy rápidos procesando información.
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Personas con un déficit de Alfa podrían ser aquellas que tienen dificultades para relajarse, que tienen ansiedad, o podríamos estar hablando de problemas atencionales e impulsividad.
Entrenar a nuestro cerebro para potenciar estas ondas puede beneficiarnos en aspectos como el aprendizaje, el desarrollo de la creatividad, mejorar nuestra concentración, la retención de memoria y sobre todo reducir estados de hiperexitación (estrés/ansiedad).
Algunas tareas simples y al alcance de todos para potenciar este tipo de actividad (muy útil cuando nos sentimos algo agitados o no nos concentramos para estudiar) pueden ser entrenar nuestra respiración, meditar o escuchar sonidos binaurales, es decir, dos tonos a frecuencias ligeramente distintas, cada uno recibido en uno de los oídos (a través de auriculares, para que cada oído reciba el sonido correspondiente) que operan en frecuencias específicas, por debajo de unos 1000 o 1500 Hz) y con una diferencia de frecuencia de, como mucho, 30 Hz para que ambos tonos se perciban de forma diferente (puedes encontrarlo fácilmente en Spotify).
Cristina de la Fe
Neuropsicóloga
Psicóloga sanitaria