Nuestro diálogo interior tiene una importancia vital en nuestro día a día. Un diálogo interior constructivo nos ayuda a crecer y, por el contrario, un diálogo interior muy pesimista no nos permite evolucionar.
El diálogo interior que mantenemos a diario con nosotros mismos tiene el poder de influir en nuestras decisiones y elecciones. Por eso puede incluso estar condicionando nuestra forma de alimentarnos sin darnos cuenta.
¿Has escuchado la frase “lo que crees, creas”? Hoy quiero intentar explicártela.
Nuestros pensamientos y creencias tienen el poder de conducir nuestras acciones de forma inconsciente, guiándonos a actuar de cierta manera y a elegir unas oportunidades y otras no.
Es decir, según pensamos y creamos, nos vamos a sentir de cierta manera. Y según cómo nos sintamos, nos comportaremos de determinada forma, haciendo que elijamos unas acciones y veamos ciertas oportunidades, pero otras no.
Quizás con un ejemplo se entienda mejor lo que quiero decir: si tú crees que no eres merecedor/a de las cosas bonitas que la vida tiene para ofrecerte, probablemente el estado emocional que te domine sea de tristeza, apatía, etc.
Sentirte triste hará que elijas hacer ciertas actividades, y no quieras realizar otras, como puede ser reunirte o no con tus amigos, comerte un helado para animarte, dejar de perseguir tu proyecto de vida, quedarte en un trabajo o en relaciones donde no te sientes a gusto…
Todo esto hará que ante ti se manifieste una determinada realidad, pero otra no.
Pero si por el contrario crees que sí te mereces todo lo bonito que la vida tiene para ofrecerte, entonces probablemente te sientas más alegre que triste y esa alegría te guiará a priorizar otras acciones.
Esto hará que la realidad que vivas, junto con las oportunidades que encuentres, sean diferentes.
Para que lo veas de forma más gráfica: si te levantas pensando que hoy va a ser un día de “m…”, entonces probablemente experimentes un día muy complicado, lleno de obstáculos.
Pero si te levantas preguntándote “¿Qué puedo hacer hoy para estar mejor que ayer?”, probablemente seas capaz de convertir los obstáculos que te encuentres en oportunidades.
Y para que entiendas cómo esto puede estar influyendo en tu forma de alimentarte, te dejo un ejemplo:
Si tú piensas que da igual lo que hagas, que no te mereces ser feliz ni disfrutar y que todo siempre te sale al revés de lo que quieres, o que todo te engorda…
...entonces, cuando comiences un cambio de hábitos, probablemente lo abandones a mitad de camino, o no te sientas capaz de mantenerlo en el tiempo y vuelvas a tus acciones anteriores.
Esto es en realidad un intento inconsciente de auto-corroborar, una vez más, que “nada de lo que hago me vale”.
¿Te has dado cuenta que hay gente que se pasa la vida queriendo hacer dietas para adelgazar y que no consigue su objetivo?
¿Y que también hay personas que comen “súper sano”, pero aun así no consiguen regular su peso?
¿Es alguno de estos casos el tuyo?
Si crees que no hay otra realidad posible para ti, entonces tu cerebro (en un intento por protegerte) te llevará a elegir acciones que “boicoteen” esos intentos de cambio, guiándote con acciones conocidas hacia donde te sientas seguro/a.
Esta es la famosa “zona de confort”, pero esto lo desarrollaré en un próximo artículo.
Por todo esto, es muy importante la mirada integral del ser humano y la salud. El diálogo interior no es el único factor, por supuesto, pero es uno de los más importantes en todo proceso de cambio y transformación personal.
¿Sabías que el diálogo interior podía influir tanto en tu salud? ¡Cuéntamelo en los comentarios, me encantará leerte!
¡Nos vemos en el próximo artículo!
Flor Fernández
Técnica superior en dietética y Coach integral de salud
