El mundo del interiorismo siempre parece una realidad de imposible. Sobre todo, cuando nos quedamos con las múltiples portadas de revistas de decoración e interiores que abordan nuestros quioscos.
Así nos pasa, que cuando llegamos a la realidad de nuestro hogar y bolsillo, la ilusión se tira por la ventana al igual que la revista.
¡Que no cunda el pánico!
Todo es posible.
Lo primero que debemos plantearnos es ¿qué somos? ¿Qué queremos de nosotros mismos? ¿Cómo habitamos nuestro espacio? ¿Qué nos hace sentir mejor?
Una vez tengamos definida nuestra escénica debemos buscar aquello que nos hace sentir cómodos.
La decoración de nuestra casa, teniendo una base bien estructurada del espacio, un conjunto de colores equilibrado y con la adquisición de elementos acertados, conseguiremos la emoción que necesitamos. Pero siempre antes tener claro cuáles son nuestras necesidades y objetivos.
Plantéate como segundo paso la organización y limpieza de todo aquello que nos sobra. Móntate un “Marie Kondo” el fin de semana y aprende a trabajar el desapego de la materia que realmente no aporta nada. Esta materia, que la denomino así porque está formada por esa cantidad de cosas que vamos acumulando a lo largo de los años sin ningún sentido y lo único que hará es convertirse en una pila de cosas que no necesitamos, será la clave de un espacio limpio y libre que nos permitirá llegar a un tercer estadio.
Las distintas personalidades que engloban el mundo las intentaremos sintetizar en dos, a fin de tener dos grupos bien diferenciados.
-Los que buscan el equilibrio en su cuerpo y mente, con espacios abiertos y despejados donde el neutro es la representación de la comodidad. Este será su espacio.
Después siempre añadiremos las fibras naturales, alguna nota de color en los textiles, pero siempre el fin será el mismo: que la persona que viva en ella halle su paz y equilibrio en su vida.
-Los inquietos, el color y el ornamento serán su fuerte. Siempre buscarán los detalles en el adorno más ínfimo y siempre necesitarán la mente ocupada buscándolo. Para ellos una paleta de colores análogos, dentro siempre de una gama determinada. ¡Ojo! combinar siempre con un neutro, para no sobrecargar los espacios. Y definir dentro de nuestros colores si queremos irnos hacia una paleta de fríos o cálidos. Eso determinará y condicionará nuestra personalidad y el fin del espacio que estemos ocupando.
Lógicamente estos ticks son muy generalizados. Para un estudio más concreto es necesario conocer personalidad, hábitos, costumbres y núcleo. Para ello debes buscar un profesional en donde el feeling y la comunicación cree un feedback de ideas y conclusiones.
Este será tu mayor tesoro y tu mayor inversión.
Vívela, siéntela y confía.
Paula Cabrera
Arquitecta de interiores e interiorista