Los accidentes cerebrovasculares (AVC) son aquellas alteraciones en las que se produce un daño cerebral debido a la oclusión (taponamiento) o ruptura de una vena o una arteria del sistema arteriovenoso cerebral. De forma general, pueden clasificarse en dos tipos: isquémicos o hemorrágicos, y ambos pueden darse en edad infantil. Por otro lado, en función de la edad del niño, hablamos de ictus perinatales/neonatales, que son los aquellos que ocurren entre la semana 20 de gestación y los 28 dÃas de vida, o de ictus postnatales, cuando estos ocurren después de los 28 dÃas de vida.
Debido al bajo número de ictus pediátricos, existe una brecha de conocimiento sobre la etiopatogenia, los factores de riesgo y las diferentes manifestaciones del ictus en el neurodesarrollo, por lo que es habitual encontrarnos con un retraso en el diagnóstico y por tanto, en la posterior intervención.
¿Cómo podemos darnos cuenta que un niño está sufriendo un ictus?
Si hablamos de la etapa fetal, será la exploración neurológica o los hallazgos radiológicos los que nos pondrán sobre alerta de sospecha de ictus, para posteriormente realizar confirmación neurorradiológicamente mediante TAC Craneal o RM, que determinarán el tipo de infarto, la extensión y la presencia o no de una hemorragia.
Tras el nacimiento, cobra especial relevancia en la observación de las alteraciones, la etapa evolutiva del niño, ya que quizá es más complicado apreciar la falta de movilidad de un hemicuerpo en bebés que en niños que han adquirido cierto grado de movilidad autónoma, asà como dificultades en el lenguaje en niños en los que aún no ha acontecido esta función. Aún asà podemos estar atentos a:
- Espasmos faciales y/o distonÃas
- Alteraciones en la visión
- Dificultad para hablar o para entender lo que se está diciendo
- Debilidad muscular repentina en un lado del cuerpo
- Trastorno brusco de la sensibilidad en cara, brazo o pierna en un lado del cuerpo
- Vómitos y/o nauseas
- Dolor de cabeza repentino y de alta intensidad
- Falta de movilidad de un lado del cuerpo
Pese a que la incidencia es mucho mayor en adultos que en niños, el ictus está entre una de las diez causas más frecuentes de muerte infantil. Es por ello que la detección precoz es crucial para la intervención y el pronóstico de recuperación, a cualquier edad.
Cristina de la Fe
Neuropsicóloga
Psicóloga sanitaria