El biberón se puede convertir en un objeto de apego muy fuerte, sobre todo después del año y medio de edad, y esto ¿qué significa? Pues que tu hijo lo necesitará en todo momento para calmarse, se lo llevará a jugar, a dormir a la cama, incluso lo reclamará siempre que esté cansado o se frustre sin poder calmarlo de ninguna otra manera.
A partir del año, los estudios recomiendan retirarlo porque puede ocasionar caries, malformaciones en la boca y dientes y retraso del lenguaje, entre otros. Claro, estarás pensando que es muy fácil que te lo cuente pero no sabes cómo llevarlo a la práctica.
Puedes comenzar avisando a tu peque con antelación. Varios días antes, ir explicándoselo con mucha calma y cariño. Es fundamental que no lo hagas cuando se encuentre cansado o con sueño.
Te sugiero que vayas reduciendo el número de biberones diarios y la cantidad. A la misma vez puedes comprar un vasito o tacita de entrenamiento, que te acompañen y sean ellos quienes lo elijan. De esta manera le ofrecerás la cantidad diaria de leche recomendada según su edad.
Funciona muy bien que le cuentes historias bonitas sobre donarlos a otros niños que lo necesitan, a algún amiguito o familiar que sea más bebé que él, dárselo a los Reyes Magos de Oriente, Ratoncito Pérez, etc.
El día que ya decidas eliminarlo, hablarlo con él y desparecerlos todos de la casa, ser firmes con mucha comprensión aunque se irriten.
Ofrecerle una recompensa, no material, como abrazos, momentos juntos o llevar a cabo sus actividades favoritas para estos momentos de transición.
La clave para el cambio de cualquier hábito es la consistencia y paciencia para poder ofrecer y hacerle entender a tu peque el mismo mensaje.
¿Qué tal llevas tú el momento biberón? ¿Qué te funcionó si ya superaste esta etapa? ¡Charlemos!
Mónica Quesada
Asesora de sueño Infantil Certificada, Maestra y CEO de Dormir hasta la luna y volver
www.dormirhastalalunayvolver.com