Revisa su hora de dormir; posiblemente excedió su última ventana de sueño (período máximo de horas de vigilia entre sueño y sueño) o estaba sobre cansado por no haber cumplido un cómputo de sueño diurno adecuado a su edad, escasez o inexistencia de siestas. Los despertares por este motivo suelen tener lugar entre los 30 ó 60 minutos después de haberse quedado dormidos.
Es importante tener en cuenta que el lugar y el ambiente dónde inicia el sueño no cambie, así como tampoco sus condiciones. ¿Te imaginas qué susto te llevarías si te duermes en tu cama y despiertas en el sillón? ¿Podrías volver a dormirte? Pues a tu peque le pasa igual. Esto se aplica tanto para siestas como para las noches en general.
No terminar de dormirlos nosotros, sino que aunque los relajemos, sean ellos mismos quienes concilien de forma autónoma con nuestra ayuda y acompañamiento. Esta condición ayudará a que no aparezcan los despertares a las 2 horas de haberse dormido aproximadamente.
Asegúrate haber creado un buen ambiente de sueño al inicio de la noche: oscuridad total, sin ruidos y una temperatura óptima (19-21º) será la clave para contribuir a garantizar su descanso.
¡Te cuento una curiosidad sobre los despertares! Aquellos a partir de las 4 de la madrugada son en los que más se resisten a dormir nuevamente. ¿Sabes el motivo? Pues porque además de haber tenido bastantes horas de descanso acumulado, el cuerpo, de manera inteligente, comienza a segregar cortisol para ayudarnos a iniciar el día, ya que detecta que se acerca la mañana, y detiene la secreción de melatonina, hormona que nos induce al sueño.
Para ayudar con el sueño de nuestros bebés, primero debemos comprender y entender. ¿Qué tipo de despertares nocturnos sufres tú en casa? Cuéntame, que te leo.
Mónica Quesada
Asesora de sueño Infantil Certificada, Maestra y CEO
www.dormirhastalalunayvolver.com