Los niños funcionan con hábitos y rutinas. Las necesitan para sentirse seguros y orientarse. Éstas se consiguen a través de la repetición cada día de las mismas acciones y horarios para inducirlos así, también, al sueño. Tampoco debemos ser extremistas, son bebés y no máquinas y siempre hay una flexibilidad, al igual que promedios.
¿Por dónde empezamos? Fijando la misma hora de comenzar el día, entre 7 y 8 a.m. Podría ser otra, si tienes un dormilón que despierta después de las 8 a.m. y te funciona que tenga un horario de dormir más tardío en la tarde noche. Aquí, entre tú y yo, me sabe mucho más dormir a mi peque no más de las 8 p.m. y luego tener un ratito para mí.
Si nos tocan malas noches, movidas y de desvelos, se quedan atrás y no los despertamos por esto más tarde en la mañana. Mayor sueño de día no compensa la noche y viceversa.
Luego tendremos en cuenta su primera ventana de sueño en equilibrio con sus señales de cansancio, para comenzar la primera siesta. Cuando despierte, volverás a repetir el proceso con la segunda y la tercera siesta hasta que salga así la hora de dormir. Esto lo adaptarás según la edad de tu peque y las siestas que haga.
Ejemplo: Bebé de 20 meses despierta a 7 a.m. Contaremos 5 ó 6 horas para hacer su primera y única siesta y al despertar, 4 ó 5 horas de su ventana de la tarde, para saber su hora de dormir.
Recomendado para bebés a partir de 6 meses: Si escasea su cómputo de sueño diurno, tener en cuenta la posibilidad de la siesta de emergencia o adelantar la hora de iniciar la noche. Esto sólo son recomendaciones, bajo mi formación y experiencia, no son obligaciones ni regla universal. Cada familia y peque son un mundo e irrepetibles.
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Mónica Quesada
Asesora de sueño Infantil Certificada, Maestra y CEO