Las creencias están soportadas por nuestros sentimientos, y nuestras acciones y omisiones están determinadas por nuestras creencias, por eso es tan importante identificarlas.
Las creencias, conjuntamente con nuestros valores, constituyen el sistema operativo de nuestro cerebro y son las responsables de ese funcionamiento automático de pensamientos y sentimientos con los que normalmente afrontamos las experiencias de nuestra cotidianidad.
Todo nuestro sistema de creencias se va formando con las experiencias propias y de lo que absorbemos de nuestro entorno familiar, cultural, de lo que nos transmiten nuestros amigos, la televisión y los programas que vemos y escuchamos, los libros que leemos.
De todo esto las creencias que con más poder se arraigan en nosotros son aquellas que son fruto de nuestra propia experiencia (especialmente las malas experiencias porque al impactarnos más, se nos quedan más grabadas), o las que hemos heredado de nuestro entorno familiar, cuando éramos niños. Está científicamente comprobado que toda esa información que recibe un niño durante los primeros 7 años de su vida va a determinar la mayor parte de sus experiencias. Todas estas creencias que recibimos de nuestros padres cuando éramos niños son el ejemplo que hemos tenido durante años como algo “normal” y “como lo que debe ser”.
¿Cómo se formulan las creencias?
Se forman haciendo generalizaciones sobre las experiencias. Es imposible que estemos analizando constantemente todo lo que nos pasa, con lo cual “colocamos en un mismo cajón” experiencias parecidas para darle una respuesta de forma automática sobre si es dolor o placer, y en función de esto qué es lo siguiente que voy hacer. El problema es que con mucha frecuencia colocamos en un mismo cajón cosas muy complejas, buscando esa simplificación y esto da origen a “LAS CREENCIAS LIMITANTES”.
LA FORMACION DE CREENCIAS TIENE 3 CLAVES:
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No somos conscientes de su creación
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Son meras interpretaciones
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Nos olvidamos de que lo son
Una vez que aceptamos una creencia se convierte en una orden no cuestionada que afecta nuestro presente y, por lo tanto, también nuestro futuro. Son guías que no se cuestionan. Las creencias dan forma a nuestra realidad, decoran nuestra existencia.
¿Cómo cambiar una creencia?
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Asociar dolor a la creencia: Todo comportamiento es producto de una creencia y tiene, en origen, una intención positiva: proteger, prevenir o servir. La mente humana no puede tener dos cosas opuestas a la vez, no pueden coexistir, porque la función principal de la mente es la de protegernos y la base de esa protección se sustenta en lo que creemos. Si no hay un cambio de creencias, no habrá un cambio de decisiones, por lo tanto, tampoco habrá un cambio de acciones, en consecuencia, no habrá cambio de hábitos y por lo tanto no existirá cambio alguno y continuaremos teniendo las mismas experiencias.
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Crear dudas sobre la creencia: La mejor forma de crear dudas es cuestionar la creencia. Ya hemos dicho que las creencias se forman de las experiencias repetidas con frecuencia y con intensidad. Se basan en la certeza de seguridad, por lo tanto, es importante crear dudas sobre esas generalizaciones que hemos aceptado en nuestra vida como ciertas de forma absoluta. “¿Es esto siempre cierto?” “¿Siempre, siempre es así?”. Hacernos este tipo de preguntas nos ayuda a ver otras posibilidades de la misma situación, nos ayuda a ver las excepciones, que no siempre es de la misma forma, nos amplía los detalles de una situación en concreto.
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Obtener nuevas experiencias: Para poder eliminar una creencia es indispensable que la sustituyamos por otra, porque cada creencia tiene una función, que básicamente es la de protegernos, de ofrecernos una respuesta segura frente a una situación específica. Para poder crear nuevas creencias tenemos que asociarlas a nuevas experiencias, estas experiencias deben ser frecuentes e intensas y deben ser reforzadas, esto se va logrando con nuevos hábitos y nuevas formas de pensamiento a través de prácticas que nos ayudan a crear “Creencias Potenciadoras”. Las creencias potenciadoras tienen en común que son afirmaciones que nos dan fuerza y que reflejan en nosotros sentimientos de seguridad de forma positiva.
Un ejemplo de cómo cambiar una creencia limitante a otra creencia potenciadora sería:
“Las relaciones de pareja son siempre problemáticas” (Creencia Limitante).
“Las relaciones de pareja son enriquecedoras, porque nos ayudan a crecer y a fortalecernos personal y socialmente. (Creencia Potenciadora).
Kary Piloto
Coach y mentora experta en autogestión emocional
@Kary Piloto Coach
IG: @karypiloto_mentora