Tras el sometimiento militar de las Islas Canarias por la Corona de Castilla, muchos de los indígenas canarios se refugiaron en lugares inaccesibles donde siguieron fieles a su forma de vida anterior. Los conquistadores les dieron el nombre de “alzados”, convirtiéndose estos en un verdadero quebradero de cabeza para las nuevas autoridades de las islas.
(Homenaje a los lideres guanches en Candelaria)
En un acta del Cabildo de Tenerife de 1514, recogida por el historiador Rumeo de Armas, se habla de ellos en los siguientes términos: “Dixeron que denuncian e denunciaban al señor adelantado que ay muchos guanches alzados en esta ysla que roban los ganados y facen otros daños; que piden se faga lo que sea justicia procediendo contra ellos. Muchos esclavos guanches andan alzados cinco o seis años entre los libres, porque como todos son de una nación y viven en los campos e sierras acogense y encúbranse unos a otros, y esto hazenlo tan sagazmente, de mas de ser la tierra aparejada para ello…especialmente porque esa gente que aunque unos a otros se quieren mal encubrense tanto y guardense lo secreto que antes morirían que descubrirse y tienlo esto por honra y este estilo tenían antes que la dicha isla se ganase y todavía les ha quedado, pues saberlo de ellos por tormento es imposible aunque los hagan pedazos porque jamas por tormento declaran verdad y por ser de esta condicion e manera es gente muy dañosa”.
(El juego del palo o garrote, herencia indígena)
A principios del siglo XX Juan Bethencourt Alfonso escribió sobre los alzados que “una cincuentena de años después de sujuzgada la isla, aunque habían perdido su ferocidad primitiva, aún eran terribles y de cuidado”.
Impresiona el testimonio recogido por el Cabildo de Tenerife sobre la negativa de los guanches a delatar a sus compatriotas aunque sufrieran las más duras torturas. Reconociendo el redactor del acta de 1514 que ese proceder de lealtad era una herencia de su forma de ser previo a la conquista de la isla.
(A partir de los alzados se transmitió la esencia indígena a las nuevas generaciones canarias)
Sin lugar a dudas, Canarias tiene una deuda con aquellos que desde la clandestinidad más absoluta, arriesgándose a ser torturados y asesinados, lograron pasar de generación a generación sus tradiciones para que muchas de ellas hayan llegado a nuestros días.
Juan Carlos Saavedra
Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria
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