En estos días vi la serie “100 días para enamorarnos” en la que una pareja de abogados especializados en divorcios, tras una fuerte discusión, deciden poner fin a su relación. Conocedores ambos de la ley, firman un documento en el cual se comprometen a estar separados durante cien días con una serie de normas y, pasados estos, tomarán la decisión de si se divorcian o no.
Pasé un buen rato viéndola, pero no pretendo hacer una crítica ni reflexionar sobre la serie, sino sobre las separaciones y lo que de ellas pensamos a día de hoy.
Planteando una situación en la que la vida en pareja nos ahoga, sentimos que para nuestra pareja solo somos un mueble y que ya nada funciona. Entonces ¿qué? Lanzo aquí una pregunta directa: ¿te separarías de forma definitiva u optarías por tomarte un tiempo?
En el caso de tomarse un tiempo, ¿cómo lo vivirías? Existen dos caminos: o bien a tope, como si volvieras a ser soltero y nadie te esperase. Citas, encuentros furtivos, ligues por internet, darlo todo con tus amigos...todas esas cosas que, quizá, no hayas hecho durante tu matrimonio.
El segundo camino es vivir una vida de “soltero” tranquila, sin intentar buscar aventuras, simplemente dejar que pase el “tiempo muerto” y volver con tu pareja como su nada hubiera pasado. ¿Entran aquí en juego los sentimientos? Yo creo que sí. Cuando una pareja se separa, siempre hay uno que sale perdiendo más que el otro.
Sin duda, el corazón de uno de los dos sufre más las heridas de la separación y puede que seas tú, y que entonces, optes por la espera. ¿Y si la espera no te lleva a nada? ¿Y si tras el receso tu pareja decide que se acabó?
Mi consejo es que, si se separan, piensen bien si lo hacen definitivamente o no, porque las pausas no son buenas. Ya lo cantaba Melendi: “nunca me dio esperanzas, pero tampoco me las quitó, quizá fue la puta de la duda la que me llevó al error”.
Zeneida Miranda
Periodista
@ZeneidaMirandaS