Hemos hablado en otras ocasiones de la importancia de la comunicación en la pareja, hablar sobre gustos en el encuentro erótico. Qué nos apetece, qué aumenta nuestro deseo, qué nos excita, "qué nos pone a cien" dicen algunos, qué nos incomoda, qué nos desagrada, qué no me apetece hoy y qué sí, cómo me gustan los encuentros en general y cómo en momentos puntuales.
Toda la información que se dé a la pareja, todo intercambio o feedback es positivo a la hora de sacarle el máximo partido a cada encuentro erótico. A veces, la vergüenza, la desgana, el inferir qué pensará el otro si le digo “probamos hoy esto” hace que dejemos de expresarnos por imaginar el peor de los escenarios. Cuidado con la mente traicionera intentando mantenerte en tu zona de ‘confort’. Ya sabes, “ante el vicio de pedir está la virtud de no dar”. ¿Por qué no pedir? No hay razón para no mostrar lo que nos gusta pidiéndolo, comentándolo, y no hay razón para negarse a algo si no nos gusta, negándonos a esa petición.
Para continuar, debes imaginarte un semáforo y recordar sus tres colores; rojo, ámbar y verde. Las personas que conduzcan a menudo tendrán más que identificados los colores con su significado. El rojo en la conducción te obliga a parar, el naranja te hace actuar como si estuviese rojo, a no ser que el vehículo se encuentre tan cerca del semáforo que no pueda detenerse con seguridad, es decir, hay un margen de maniobra y de reacción. Y por último, el verde, que permite el paso con prioridad.
¿Cómo usamos el semáforo del encuentro erótico? Ambos componentes de la pareja deben saber este código a la hora de usarlo. Si durante el encuentro erótico escuchas un ¡rojo! significa que hay que parar; algo no va bien, algo no gusta, algo no apetece en ese momento, por las razones que sean. Imaginemos que comenzamos a tocarnos y la estimulación que la pareja está llevando a cabo no sólo no nos gusta, si no que ha conseguido parar en seco el nivel de excitación que teníamos. En ese momento, y como ya lo habíamos hablado antes, lo expresaré diciendo "¡rojo!", sinónimo de algo no va bien, debemos reconducir. Como las palabras afectan, al decir ¡rojo! la otra persona entiende rápidamente que debe parar sin que le suene un "¡Así noooo! ¡Para! ¡Quitaaaa! ¡No siento nada! ¡Cuántas veces te he dicho que así no me gusta nada!" ¿Por qué dejar corazones rotos por el camino si podemos ser igual de contundentes siendo asertivos y, más aún, usando la complicidad de la pareja a través del semáforo erótico?
Seguimos con el ejemplo; hemos conseguido expresar que algo es mejorable y el siguiente paso es pasar al naranja. Es ahí donde, con ayuda de la otra parte, descubres qué puedes hacer en ese momento para mejorar, averiguas cómo le gusta, de qué manera espera que le estimules y le ayudes a volver al nivel de excitación que tenía. Aquí ambos deben desdramatizar el paso y sentirse cómodos en el experimentar, en tener mirada curiosa sobre la información que se te da y sentir la comodidad de experimentar mientras se disfruta del proceso. Aprendemos de todo y en todo momento, siempre que estemos receptivos. Ese supuesto fallo es el inicio de la mejora. Fue Thomas Alva Edison el que dijo: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”. Podrías tomar este ejemplo como adalid en el proceso de perfeccionamiento y así rebajar cualquier tipo de lucha con tu ego. En ocasiones el ego puede cegarnos y no nos ayuda a pulir la habilidad. Si todo va bien, si ambos se han implicado en el cambio de rumbo, escucharás un "¡Ummm... naranja!"
Si has elegido parar, escuchar y descubrir, en breve se debe oír un “Puffff... ¡completamente verde!”. Ya puedes dejarte llevar de nuevo y seguir disfrutando del encuentro erótico. ¡Adelante! Ya tienes un aprendizaje nuevo, sabes que hay alternativa y solución.
Les animo a usar el semáforo del encuentro erótico si les cuesta verbalizar lo que sienten, lo que les gusta. No sólo durante el encuentro, si no antes de él, por ejemplo si preguntas antes del encuentro “¿Qué te parece si hoy probamos esto?” La respuesta puede ser: “Rojo”. Habría que hablarlo, averiguar por qué y comprender. Quizás diga: “Naranja”. Ahí el camino al acuerdo, al conocimiento del otro, que parece más cercano. El uso después del encuentro puede ser para valorar lo sucedido.
No dejes de jugar, de comunicar, usa el semáforo del encuentro erótico y fluye. ¡Ah! Que no se te olvide el humor. ¡Hasta pronto!
Rut Mónica Díaz
Sexóloga
@keepcalmmamaessexologa