Un canal en la arena practicado por el Cabildo y el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana facilitará la entrada de las mareas del Pino en la Charca de Maspalomas para propiciar así su oxigenación, rebajar la salinidad concentrada y permitir la llegada de alevines de sargos, fulas, cabosos, lisas, palometas, anguilas, sardinillas y barrigudas de los que se alimentan las aves que frecuentan y hasta anidan el espacio.
El conducto provisional consiste en un ligero rebaje o vaguada en la arena que desaparecerá por sí solo por el arrastre natural de áridos y hará posible aprovechar el pico de las grandes mareas de septiembre, que alcanzarán su apogeo el viernes y el sábado, y renovar las aguas de la Charca de Maspalomas, un importante foco de biodiversidad en la vertiente sur de Gran Canaria.
El Cabildo ha elegido este momento por la oportunidad que ofrece el ciclo de mareas altas y también porque ya se ha dado por erradicada de la Charca a la tilapia de Mozambique, una especie invasora de origen africano cuya salida al mar había que evitar porque puede adaptarse con facilidad a cualquier hábitat, provocar desequilibrios en el ecosistema marino de la zona y amenazar a especies como los equinodermos, grupo al que pertenecen estrellas marinas, erizos y pepinos de mar.
La desaparición de las tilapias de la Charca de Maspalomas tras las campañas de control del Cabildo con redes trampa y la retirada de ejemplares muertos por acumulación y falta de oxígeno trae buenas noticias para esta laguna de aguas salobres, que seguirá bajo vigilancia por si quedara algún alevín, pues la tilapia de Mozambique es una especie agresiva y voraz, se adapta a ambientes de alta temperatura y salinidad, y devora tanto algas y vegetación subacuática como a otros peces.
Este abrazo entre el mar y la Charca de Maspalomas tiene lugar también en el contexto de la sequía, que ha reducido la aportación de agua dulce del agua que corre por el subsuelo de la cuenca de Tirajana y que ha alimentado históricamente este entorno habitado por gallinetas o pollas de agua, cernícalos, mirlos, gorriones, capirotes cabecinegros, camineros y tórtolas y a las que se suman las aves migratorias limícolas, sobre todo cuando arranca el invierno y chorlitejos y garzas regresan a su cita con el sur de Gran Canaria.