El Cabildo ha invertido 45.000 euros en esta convocatoria publicada hoy en el BOP para adquirir estas trampas destinadas también a albaricoqueros, melocotoneros, nectarinas, nísperos, caquis e higueras, además de guayabos y mandarinos.
La mosca de la fruta provoca importantes pérdidas porque el insecto la pica en su fase de envero, cuando empieza a madurar, deposita los huevos dentro y las larvas resultantes devoran la pulpa, proceso que provoca que el interior de la pieza quede repleto de galerías, lo que ya la inhabilita para su comercialización, y que finalmente se pudra.
Esta campaña busca salvaguardar la producción e incrementar los kilos de fruta comercializada en el mercado interior para aumentar la renta en el sector primario y evitar el abandono agrícola, otro riesgo asociado a esta y otras plagas.
Se trata de trampas de plástico cónicas que desprenden un aroma atractivo para la mosca y que atrae tanto a machos como hembras a su interior, donde perecen al entrar en contacto con el insecticida.
Este sistema evita aplicar insecticidas a la totalidad del árbol y su radio de acción hace que cada trampa valga para ocho árboles, lo que equivale al uso de una media de entre cincuenta y ochenta unidades por hectárea, a tenor de la concentración media de las explotaciones de Gran Canaria.
El Cabildo entregará cinco mosqueros por cada 40 frutales, el mínimo exigido, a los que se añadirán tres trampas por cada 20 árboles más. Las personas interesadas tienen hasta el 11 de marzo para presentar su solicitud, preferentemente de forma telemática en la sede electrónica de la Institución insular.
La entrega de los mosqueros se hará en las Granja Agrícola Experimental del Cabildo en dos fechas, la primera en marzo para todos los frutales excepto los cítricos, cuyos propietarios podrán recogerlos a principios de junio.
Los cultivos de frutales ocupan una superficie aproximada de 2.100 hectáreas en Gran Canaria, 750 de ellas de cítricos, otras tantas de especies subtropicales y las más de 600 restantes de frutales templados, donde encajan los albaricoqueros, higueras, nísperos o melocotoneros.
