Juan Antonio Gutiérrez tiene 35 años y es apicultor en Valleseco. Su pasión por estos pequeños insectos le ha llevado a poner en marcha la iniciativa 'Mi dulce colmena Gran Canaria', en la que invita a la población a apadrinar alguno de sus 24 apiarios que tiene repartidos por Valleseco, Valsequillo y San José del Álamo.
Cobra entre 50 y 100 euros al año, dinero que emplea al 100% en las abejas, ya sea para refuerzo de alimento, material o medicamentos para acabar con bacterias.
Juan Antonio trabaja exclusivamente con una especie autóctona en peligro de extinción, como es la abeja negra canaria, que está protegida por el Gobierno de Canarias desde el 2001, hasta tal punto que en el Archipiélago no puede criarse ni reproducirse otra abeja que no sea ésta
Este joven apicultor afirma que, a cambio de la aportación económica, personaliza la colmena con el nombre de su padrino o madrina, incluso pueden pintarlo como deseen, reciben un diploma, fotos y vídeos de sus ahijadas y, además, kilos de miel recién producida por sus abejas.
Las abejas desempeñan un papel imprescindible para el equilibrio ecológico en la naturaleza y para la vida humana, por su papel como polinizadoras y por su capacidad para producir miel, jalea real, cera y propóleo.