Cuando pensamos en una mujer como líder, nos vienen las siguientes características a la cabeza:
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Orientación a las personas
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Más tendencia a la cooperación
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Capacidad de gestionar varios frentes
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Más inclusivo
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Más humano
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Flexible
Es verdad que las mujeres somos más expresivas y cercanas en el trabajo, con capacidad de alentar a la participación y compartir el poder y la información con un alto nivel de empatía. Pero un estudio del departamento de Administración de Empresas de la Universidad de Oviedo, concretamente el equipo del catedrático Juan Ventura, (en colaboración con un máster Value People), nos desmiente muchos de los tópicos asociados a las diferencias entre el liderazgo femenino y masculino.
Según los datos del informe, en el nivel de mando intermedio apenas hay diferencias significativas entre el comportamiento de hombres y mujeres cuando dirigen equipos. En este nivel directivo, se rompe el mito de que las mujeres suelen ser más sociables; hombres y mujeres son igualmente sociables, sensibles, tolerantes o innovadores.
Lo que sí corroboran las investigaciones de la Universidad de Oviedo es en este nivel directivo las mujeres manifiestan mayor dedicación al trabajo y son más simpáticas y detallistas, llegando a ser, incluso, más dominantes e influyentes que los hombres. Los hombres, por su parte, toman decisiones con mayor cautela que las mujeres.
Cuando miramos el liderazgo en puestos de alta dirección, sí que hay diferencias importantes. Los datos revelan que, en este nivel, hombres y mujeres toman decisiones, organizan y toleran de una manera similar, pero ellas tienen una orientación a resultados algo superior a la de ellos. Hasta se confirma que el nivel de esfuerzo y dedicación es algo mayor en el sector femenino que en el masculino.
En este nivel de dirección por el contrario, la mayor y más clara diferencia encontrada está en la autoafirmación: los hombres son más dominantes, seguros de sí mismos e influyentes que las mujeres. La otra gran diferencia en este nivel es que ellos son más sociables y extrovertidos que ellas.
Una de las conclusiones más interesantes es que el patrón de liderazgo masculino es homogéneo, orientado a la influencia y al establecimiento de relaciones, mientras que en el de las mujeres ejecutivas no se detecta un único patrón, excepto que, por lo general, su estilo de liderazgo es más participativo y colaborador que el de ellos.
Sin embargo según la OnuMujer (https://www.unwomen.org/es/news/stories/2020/9/compilation-five-stories-of-womens-leadership), las mujeres sólo ocupan la jefatura de Estado y de Gobierno en 21 países, pese a que su liderazgo contribuye a lograr una toma de decisiones más inclusiva y una gobernanza más representativa. Los hombres siguen representando el 75% de los cargos parlamentarios y ostentan el 73% de los puestos directivos.
En 2020 se alcanzó una cifra récord de mujeres en los puestos de alta dirección de las empresas Fortune 500, pero sólo el 7,4 % de estas empresas están dirigidas por mujeres; además, las mujeres tienen una probabilidad menor de convertirse en emprendedoras, y se enfrentan a más obstáculos para iniciar un negocio.
En ‘Mapa del Emprendimiento 2020’ de Spain Startup, organizadora de South Summit, vemos que la brecha de género sigue presente en la radiografía de los emprendedores, ya que solo un 18% de las ‘startups’ están lideradas por mujeres.
Como mujer, esto me lleva a pensar que aunque vamos avanzando y dando pasos importantes, todavía nos queda mucho trabajo por hacer y deberíamos empezar confiando en nuestra valía.
“Las personas que piensan que no son capaces de hacer algo, no lo harán nunca, aunque tengan las aptitudes.” Indira Ghandi
María Martínez
Coach y consultora de empresas