Mujer contra mujer
Nuestra intrépida Zeneida ha vuelto ¡y con las pilas cargadas! Esta vez viene para mostrar cómo entre el propio colectivo femenino, a veces, no se hace honor al significado de la palabra 'igualdad'
Esta semana vengo indignada, quizá también con algo de retraso en el tema, pero no podía callarme más.
Hace unas semanas, durante una entrega de premios, la actriz Nicola Coughlan, que forma parte del elenco de la popular serie Bridgerton dando vida a Penélope, posaba en los prestigiosos Globos de Oro.
El atuendo elegido era un vestido amarillo con una voluminosa falda (la moda no es lo mío y como ven, describirla tampoco) en homenaje a su personaje en la serie, el cual siempre viste de tonos cítricos. Hasta aquí todo parece correcto. No obstante, la joven actriz acompañó su arriesgado outfit con un cárdigan de color negro; no la culpo, tendría frío, combinar el amarillo debe ser complicado y ya sabemos que el negro pega con todo.
Pues bien, aquí es donde viene mi cabreo. Al día siguiente en una publicación una periodista se refirió a ella como “la gorda de los Bridgerton” alegando que había añadido la prenda negra paga ocultar así sus kilos de más bajo ese color que todo lo tapa.
La verdad es que Nicola reaccionó mucho mejor que yo, respondiendo con un educado tuit que ponía que el cárdigan iba genial con su vestido, que había modelos que los usaban en la pasarela y un correctísimo “tengo nombre”. Parece ser que la periodista pidió perdón por el ataque gordofóbico pero no por usar la palabra gorda.
¿Por qué se tiene que definir a una persona de esa forma por su físico? ¿Y por qué ese rasgo en concreto? ¿Y por qué viniendo de otra mujer? La periodista bien podría haber usado su nombre, como la propia Nicola dice, tiene uno. O podría haber usado el del personaje que interpreta, o haber dicho que es rubia, que tiene los ojos azules, pero no, escogió usar el que a ojos de la sociedad se ve más despectivo: gorda.
Últimamente, a la industria del cine y la televisión les encanta hablar de diversidad, de inclusión, incluso cambiar personajes de los clásicos para que encajen con estos ideales, pero claro, una gorda sigue siendo una gorda.
A las que tenemos sobre nosotras unos cuantos kilos de más, señoras, -porque sí, las críticas vienen en la mayoría de las ocasiones de otras mujeres-, no nos hace falta que nadie nos diga que estamos gordas, lo vemos. Tenemos espejos en nuestras casas, sabemos qué talla de ropa usamos. Somos muy conscientes de que estamos gordas y que es un adjetivo como otro cualquiera, pero ¿por qué usarlo para definir a una persona por delante de sus otras capacidades?
No soporto cómo nos herimos y nos hacemos daño entre nosotras mismas, pero después somos las primeras en alzar la bandera de la igualdad, el respeto y ponernos los lazos morados del 8M ¿Para qué, si después vas a llamarme gorda en un artículo de prensa?
Terminaré mi artículo citando a una niña, mi sobrina de tan solo siete años, que parece tenerlo todo más claro que muchas adultas, y que nos recuerda que "juntas somos invencibles".
Zeneida Miranda
Periodista
@ZeneidaMirandaS