¿Hablamos de amor?

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Existe un gran abanico de amores: el de tus seres queridos, el de tus amigos, el de tu pareja... todos distintos. ¿Y el amor ideal existe? Descúbrelo con nuestra compañera Zeneida Miranda

Hoy me he levantado romántica. Será el otoño. ¿El otoño es romántico? Si tuviéramos en Canarias un otoño real, como el de las películas americanas, con su aire fresco, sus imagen idílica de hojas cayendo que lo pintan todo de marrón...¡Uy, perdón, se me vuela la imaginación! Aquí parecemos encerrados en un eterno verano.  Así que, muy idílico no suena. Pero igualmente, quiero hablar de amor.

¿Cuántos tipos de amor existen? Así a priori se me ocurren los más cercanos: el amor materno y paterno. Nuestros padres son las primeras personas que nos quieren y a quienes queremos. A quienes amamos con letras mayúsculas. Luego están nuestros hermanos, esos sin los cuales no podríamos vivir y con quienes podemos pelear a muerte, pero a quien daríamos un riñón si hiciera falta. Y a partir de ahí, sobrinos, un amor completamente incondicional, tíos, primos...y demás familia.

Luego está el amor que sentimos por nuestros amigos, que llegan a nuestra vida siendo completos desconocidos, se convierten en compañeros (de estudios, de trabajo) pasan a ser amigos, confidentes, y en ocasiones acaban siendo familia.

Y está ese amor tras el que todos corremos, el amor romántico, el amor de pareja. El que trae de la mano la pasión, la lujuria. El que, en teoría, nos complementa. Ese que, los que crecimos con los clásicos de Disney, tenemos un poco idealizado. Muchas soñamos con el príncipe azul. El que nos despertará de un largo sueño con un beso, o la bestia que se transformará por nosotras en un perfecto caballero.

O ellos, que sueñan con encontrar a una dama a la que proteger, cuidar y mimar, aquella a la que encaje el zapato de cristal.

Lo buscamos en todas partes porque no aparece tan fácilmente. No es como en las series donde los compañeros de trabajo se enamoran, desde que lo inventaron en los años 80 Remington Steele y Laura Hold (o tal vez sí, algún caso habrá).

El amor romántico duele, hiere, pero es precioso a la vez. Estar enamorado es un estilo de vida, muchos buscamos ese amor todos los días, queriendo correr tras las mariposas para sentirlas en nuestro estómago cuando en realidad están ahí, podemos sentirlas por nuestros padres, nuestros hijos (el amor más puro), nuestra familia, nuestros amigos, nuestro trabajo y un largo etcétera.

Dejemos de correr tras el amor romántico y disfrutemos del amor que tenemos más cerca.

 

Zeneida Miranda

Periodista

@ZeneidaMirandaS