Juguetes rotos
¿La televisión nos hace vulnerables? ¿Los realities convierten a sus protagonistas en personas 'endiosadas' y nuevos influencers? Zeneida Miranda reflexiona sobre el tema
Habla la letra de una canción de ‘La Oreja de Vang Gogh’ de una muñeca de trapo inspirada en cosas imposibles de conseguir, en promesas incumplidas, en amores platónicos. Bien podría ser un canto a todos aquellos juguetes rotos que hay en el camino de la vida.
Todos hemos sido en alguna ocasión el juguete de alguien, la promesa no cumplida de otra persona o el amor imposible en el caluroso verano de un desconocido.
Si echamos la vista atrás, el mundo de la televisión, desde mi punto de vista, es el más experto en crear juguetes rotos. Desde los famosos niños prodigio de los años 60 (Marisol, Joselito…) hasta los protagonistas siliconados de los actuales realities que son elevados a la máxima potencia de la fama, masticados por la gran serpiente de la tele y luego escupidos a la nada. Como si fueran ratoncitos que alimentan a los reptiles en el zoo.
¿A nadie le dan pena? A priori pienso que a mí no, tienen la vida que han elegido. Piensan que la fama les va a durar para siempre, pero de pronto se dan cuenta de que, como mismo un día les paran un millón de personas para pedirles una foto, otro día nadie les reconoce por la calle. ¿Cómo se sentirán? No puedo evitar hacerme todas estas preguntas.
Soy empática por naturaleza, ponerme el lugar del otro es algo innato para mí y aunque siempre suelo renegar de esos programas, verlos me da cierta urticaria. Me muevo en el mundo de Internet y sé que es difícil filtrar la información que salta a mis ojos desde las redes sociales.
Este pretendía ser un artículo sobre la cultura (o la incultura) de los juguetes rotos en el mundo de la farándula, pero tengo unas musas un poco rebeldes y se me acaban yendo por las ramas.
Como decía al principio del texto, es inevitable que, esas personas que alcanzan la fama tan rápidamente, igual de rápido la pierdan. Y más ahora, que cualquiera con un teléfono móvil y una buena aplicación de edición de vídeo se hace viral en las redes, consigue muchos seguidores y ya se cree famoso. Que los he visto, reciben regalos por parte de marcas de ropa para hacerles publicidad, se hacen fotos con sus fans (seguidores) por la calle, lo que viene a ser un famoso de toda la vida, influencers se hacen llamar, y dicen que, aunque no se les tome en serio, es una de las profesiones del futuro y conlleva mucho trabajo detrás. No lo discuto.
¿Se convertirán ellos también en juguetes rotos para esta sociedad que muy pronto de todo se cansa?
Zeneida Miranda
Periodista
@ZeneidaMirandaS