Diferencias entre el cerebro infantil y el adulto
Nadie duda de que el cerebro de un adulto es muy diferente al de un niño, pero ¿realmente sabemos cuáles son esas diferencias y qué implicaciones tiene? Nuestra neuropsicóloga Cristina de la Fe nos lo explica con todo tipo de detalles
Las diferencias entre el cerebro infantil y el adulto tienen relación con la cognición, con cómo somos y cómo nos comportamos cuando somos niños y cuando somos adultos, cómo adquirimos el lenguaje o el razonamiento, o por qué los niños son más impulsivos o impacientes que los adultos. Algunas de las diferencias entre el cerebro infantil y el adulto son:
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El cerebro del niño está aún en desarrollo, por lo que este va a ser más “dinámico”, mientras que el cerebro adulto es más “estático”.
A medida que crecemos, nuestro cerebro se va formando y va creando las bases necesarias para que acontezcan las funciones cognitivas (lenguaje, atención, memoria, funciones ejecutivas, cognición espacial…). Para que me entiendan: para que salga la naranja, antes debe haber un naranjo. El naranjo es el cerebro y las naranjas, las funciones cognitivas. En los niños, las funciones deben ir aconteciendo a lo largo de su desarrollo, y cada una de ellas tiene una ventana de tiempo establecida.
Una vez somos adultos, llegamos a la maduración cerebral, donde estas funciones ya habrán acontecido y no se espera que aparezcan funciones cognitivas nuevas, aunque éstas sí pueden continuar cambiando. Nuestra memoria (cualquiera de sus tipos y/o procesos) puede mejorar o incluso alterarse (cuando sufrimos un ictus o una enfermedad de Alzheimer).
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En el niño puede existir disociación entre la edad o el momento de la lesión y la aparición de los síntomas, mientras que en el adulto hay mayor correlación.
Esto se encuentra ampliamente relacionado con lo que comentamos en el apartado anterior. Cuando un niño sufre una alteración neurológica (como un traumatismo craneoencefálico), puede que las consecuencias de ésta salgan a la luz mucho tiempo después y no justo en el momento en el que se produce. ¿Cómo podemos saber que una lesión en un bebé de 3 meses supondrá una alteración en el lenguaje, si este no acontece hasta más adelante en el desarrollo?
En el cerebro adulto, estas funciones ya están adquiridas y establecidas, por lo que esperamos una correlación entre localización y síntomas más o menos estable. Por ejemplo, esperaremos una posible alteración en el lenguaje si la lesión afecta al lóbulo frontal izquierdo (área específica del lenguaje). Debemos aclarar que el cerebro trabaja de forma conjunta, pese a que tenga regiones o estructuras más especializadas para determinadas funciones. Por eso dos personas con la misma lesión pueden presentar alteraciones diferentes.
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El cerebro del niño es más plástico
Todos hemos escuchado esa expresión que dice: "Los niños son como esponjas". Y así es. En la infancia, el cerebro es más maleable, tiene mayor nivel de plasticidad. A pesar de que durante toda nuestra vida existe la capacidad de moldeamiento funcional cerebral (existe la plasticidad en la edad adulta, es decir, el cerebro es susceptible de cambio), en los niños esta capacidad es mayor (especialmente en el primer año de vida). Con la edad y con la estimulación ambiental, los sistemas nerviosos se van estabilizando y alcanzando su funcionamiento programado.
Este aspecto tiene pros y contras. Por un lado, al tener mayor plasticidad, hay mejor pronóstico en la recuperación de las lesiones, pero a su vez, el cerebro infantil es más vulnerable a presentar alteraciones globales de las funciones, ya que la formación de los sistemas cognitivos no se ha estabilizado.
Cristina de la Fe
Neuropsicóloga
Psicóloga sanitaria