ESPECIAL EL PINO 2020

La Virgen del Pino,  ¿cristianización de un culto indígena? (Parte II)

La iconografía del pino sigue presente
Si este martes te contábamos los orígenes de la aparición de la Virgen del Pino, ¡atento!, porque hoy nuestro colaborador Juan Carlos Saavedra te explica por qué se consideraba al pino árbol santo

Hasta la caída del pino donde supuestamente apareció la Virgen, el objeto de culto popular era el propio árbol y no la imagen cristiana. El Padre Sosa definió al pino, después de visitarlo, de la siguiente forma: "tan único y tan solo que en muchas leguas de sus alrededores no hallaron otro de su misma especie".

Por su parte, Marín y Cubas nos habla de él señalando que "su tronco o primer cañón hasta donde se dividía en tres gruesas ramas, tenía de alto treinta varas. Su eminencia y su hermosura causaban espanto a quienes miraban...sus piñas eran muy pequeñas: la mayor, de tamaño de un huevo, la menor como almendras de tamaño grande. Algunas de ellas engarzadas en oro, se guardaban como reliquias...".

Tal era la admiración que el árbol despertaba en la isla que el Obispo Cristóbal de la Cámara y Murga decidió visitarlo en el año 1628 y, ante el fervor místico que generaban las piñas que en él crecían, decidió en 1831 cercarlo para que nadie pudiera acceder a recogerlas.

Este vallado, según Fray Ortega García (Historia del culto a la venerada imagen de Nuestra Señora del Pino escrito en el año 1936) se hizo para "contener, en sus debidos límites, una devoción que fácilmente por la real ignorancia, podía degenerar en prácticas supersticiosas"  

A la vista de estas referencias queda claro que se consideraba al pino como un árbol santo que daba protección, algo contrario por completo a la doctrina cristiana. Esta teoría quedó del todo refrendada tras su caída el 3 de abril de 1648.

En primer lugar, nos encontramos con que el dominico que llegó al templo ese día para oficiar misa pidió la llave de la verja para "recoger piñas que se habían caído al suelo". En segundo lugar, podemos señalar lo manifestado por los testigos interrogados para elaborar un informe sobre su caída y leyendas que lo rodeaban, pedido por el Previsor y Vicario General Andrés Romero Suárez y Calderín.

En dichas declaraciones, las personas con las que se contacta cuentan numerosas curaciones con el agua que emanaba junto a él, sus piñas y su savia.

Todo indica que el contenido del informe no gustó a las autoridades eclesiásticas, ya que interpretaban el culto al pino como una manifestación pagana con la que se debía acabar. A partir de ahí, la iglesia empezó a aumentar los actos religiosos con la intención de "cristianización", como reconoce el propio Fray Ortega García: "Con el último tercio del siglo se inicia un nuevo periodo de florecimiento del culto que se caracteriza, no precisamente como en otros tiempos, por las declaraciones exteriores y tumultuosas de la devoción, sino por un sólido resurgimiento de la vida cristiana y de la sólida piedad que tuvo por núcleo el santuario de la Virgen".

Ese proceso para convertir el culto indígena a un árbol en un culto cristiano se inicia con una gran peregrinación al santuario de la Virgen organizada por el Obispado el 15 de octubre de 1896 y culmina el 7 de septiembre de 1905, fecha en la que la imagen recibe la coronación pontifica.

La acción emprendida por la iglesia es un éxito y 51 años después de la caída del pino se vuelve a recoger por escrito una recopilación de los milagros realizados por la santa imagen. En esa ocasión los prodigios no los crea el árbol ni el manantial cercano, ahora son obra del "aceite de la lámpara de la iglesia y de su agua bendita".

 

Juan Carlos Saavedra

Escritor y divulgador de la cultura canaria

www.juancarlossaavedra.com