Cuando los normandos, al mando de Jean de Bethencourt, llegaron a la isla, tras unos primeros contactos pacíficos, no tardaron mucho en mostrar sus verdaderas intenciones y empezaron a capturar esclavos y a robar a los nativos su ganado.
Ante estas actitudes, los gobernantes de Fuerteventura inician la resistencia a la invasión y poco a poco fueron ganando pequeñas batallas que colocan a los europeos en una difícil situación.
Por aquel entonces, en la isla vivían dos sacerdotisas, madre e hija, llamadas Tamonante y Tibiabin. Sus poderes adivinatorios eran reconocidos por todos sus compatriotas, al igual que lo eran las que poseían los Guañameñes de Tenerife, Las Maguadas de Gran Canaria o Yoné en el Hierro.
Debido a su gran prestigio, los líderes de los primeros habitantes de la isla decidieron consultar a las adivinas sobre el futuro que aguardaba a su pueblo.
(Recreación de Andamana, “mujer de poder” de Gran Canaria)
Tibiabin y Tamonante “vieron el futuro” y comunicaron a Ayose y a Guise que “no había nada que hacer” y que la lucha armada contra los europeos no conseguirá que estos regresen a su tierra. Por tanto, toda resistencia iba a ser inútil.
Tanto Ayose como Guise hicieron caso a las palabras de las sacerdotisas isleñas y abandonaron la lucha armada frente a los normandos.
En el año 1590, Leonardo Torriani recoge por escrito la historia de Tibiabin y Tamonante y sus profecías, inmortalizando sus figuras para la historia.
Definió a Tibiabin como una “mujer fatídica y de mucho saber, quien, por revelación de los demonios o por juicio natural, profetizaba varias cosas que después resultaban verdaderas, por lo cual era considerada por todos como una diosa y venerada y [...] gobernaba las cosas de las ceremonias y los ritos, como sacerdotisa»
Sobre Tamonante escribió que “regía las cosas de la justicia y decidía las controversias y las disensiones que ocurrían entre los duques y los principales de la isla, y en todas las cosas era superior en su gobierno»
(Idealización de la reina beréber Kahina, adivina y guerrera)
Hasta hace muy poco, en cada pueblo de nuestras islas solía vivir una mujer, normalmente ya anciana, de la cual todos sus vecinos pensaban que tenía capacidad para “abarruntar el porvenir”.
La existencia de esas “mujeres de poder” cuenta con una gran tradición en nuestra cultura, al igual que ocurre en el mundo amazigh o bereber del norte de África, lugar del que provinieron, sin ningún género de dudas, nuestros ancestros. Así lo acredita un trabajo realizado por Daniel Becerra Romero que lleva por título “Profetizas y adivinadoras bereberes de la antigüedad y sus herederas canarias” que invito a consultar y que se encuentra disponible en internet.
Juan Carlos Saavedra
Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria
http://www.juancarlossaavedra.com