Del "pomo" y "las madres"
Dentro de nuestras tradiciones tiene un gran arraigo las creencias que relacionan magia y salud. Seguro que alguno de nuestros lectores ha necesitado, o conocen a alguien que lo necesitó, que “le coloquen las madres” o que “le asienten el pomo”. Juan Carlos Saavedra
El síntoma que hace aconsejar acudir a dichas actividades suelen ser el sufrir un fuerte "ardor" en el estómago, acompañado de dificultad para hacer la digestión y una sensación de "pesadez" tras cada comida.
En ese caso, la medicina recomienda algunos medicamentos aconsejables para tratar los problemas estomacales, sin embargo, en Canarias era y es frecuente que ante esos síntomas en vez de ir a la farmacia se recurra a un sanador o sanadora que proceda a “colocarle las madres” o “asentarle el pomo”.
La selección de una u otra "terapia" depende del sexo de la persona que sufra el mal. Si el "paciente" es mujer se hace necesario colocarle “las madres”. Si por el contrario, es un hombre el que padece los síntomas entonces se le debe “colocar el pomo”.
El mal que causa ese ardor de estómago y ese “sentirse enfermo” para nuestra cultura popular no viene de problemas físicos que puedan atajarse mediante recetas de la medicina oficial.
Se cree que viene causado por diferentes aspectos de la vida del enfermo, como pueden ser la angustia ante un problema o un fuerte enfado. Esas situaciones psíquicas se manifiestan causando malestar en el estómago.
El mismo paciente, ante el dolor que sufre, suele decir “tengo el pomo esconchado” (si es hombre) o “se me descompuso la madre” (si es mujer).
La persona que cura estos males recibe, en nuestra cultura popular, muchos nombres: santiguadoras, esteleros, curanderos...
La técnica que aplican consiste en masajear la barriga del paciente y poco a poco va colocando en su sitio el “pomo” o la “madre”, dependiendo del sexo del enfermo. Normalmente junto a este trabajo manual se suelen recomendar el consumo de hierbas como la manzanilla, la tila o el pasote.
Los médicos dicen que “la madre” y el “pomo” no existen, por lo que no se pueden colocar en su sitio. Sin embargo, yo he visto a una persona llena de dolores que, tras el “sobeo” del curandero, queda totalmente sano.
Me atrevo a decir que algún lector de este artículo también ha sido también testigo de casos similares, ya que esta tradición sigue aún viva en la actualidad.
Juan Carlos Saavedra
Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria
www.juancarlossaavedra.com