¿Los indígenas canarios alcanzaban estados de conciencia rituales?
Es frecuente encontrar, en culturas nativas, tradiciones ligadas al mundo mágico que nos hablan de la “entrada en trance” de los chamanes para contactar con sus deidades. En muchas películas y novelas se ve reflejado ese momento en el que alguien “inicia un viaje místico” ayudado por el consumo de algún tipo de droga. ¿Ocurría ese fenómeno también en el mundo indígena canario?
La publicación del libro “Las enseñanzas de Don Juan; una forma Yaqui de conocimiento”, por Carlos Castaneda en el año 1968, supuso un éxito editorial sin precedentes. Uno de sus efectos inmediatos fue poner de moda el uso de sustancias naturales para acceder a estados alterados de conciencia que abrieran la entrada a otras realidades, todo ello con independencia de la polémica abierta sobre si su contenido recoge saberes reales o, por el contrario, es una simple invención de su autor.
(Un libro polémico pero con récord de ventas)
Aún hoy en día hay algunos lugares donde se ofrece a los participantes en ciertas actividades el consumo de Peyote, las plantas psicotrópicas que usaba Don Juan proveniente de la tradición de los indios Yaqui, como forma de trascender de nuestra realidad.
¿Podemos encontrar en nuestra cultura ancestral el acceso a estados alterados de conciencia inducidos por algún tipo de droga?
La respuesta a esa cuestión debe ser afirmativa, casi sin ningún tipo de duda, en base a un hecho sucedido en la Isla de El Hierro que narra el cronista Gaspar Fructuoso en el año 1590.
(Representación del pueblo bimbache alrededor del Garoé)
Cuenta ese portugués que Juan Machín y un grupo de soldados estaban caminando por las cumbres de El Hierro cuando de repente se encuentran con una extraña ceremonia protagonizada por los bimbaches.
En ella, los participantes entonaban cánticos junto a una princesa nativa mientras realizaban algún tipo de ritual, que podía estar encaminado a descubrir el futuro de la isla.
(¿Entraban en trance las Maguadas isleñas? Foto: Gabinete Brújula)
Los castellanos decidieron aprovechar el momento para intentar apresar a alguno de los participantes en la ceremonia y se quedaron sorprendidos cuando se acercaron al grupo, ya que la princesa se encontraba sumida en un trance, como pasmada, ajena a todo lo que la rodeaba.
La historia que nos cuenta Gaspar Fructuoso puede acreditar que los primeros herreños realizaban ceremonias en las que alguno de sus participantes alcanzaban estados de conciencia alterados para conectar con su divinidad. Nos quedaría por saber la forma en que se lograba dicha situación y si la misma también se daba en las otras islas.
Juan Carlos Saavedra
Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria
http://www.juancarlossaavedra.com