Dos canarios en el mundo de la ciencia universal
Hoy, nuestro compañero Juan Carlos Saavedra nos habla sobre dos personas nacidas en nuestras islas que se convirtieron en referencia científica mundial. Cada uno de ellos está reconocido mundialmente como unos de los mejores investigadores en sus ramas del saber, aunque Juan Carlos considera que en las islas aún no son lo suficientemente conocidos
Estos dos canarios son ingeniero y físico, respectivamente. La ingeniería y la física de hoy no serían lo que son sin su aportación.
Empezaremos por el ingeniero.
Cuando Mihail Gorbachov visitó el estado español por primera vez, realizó un discurso ante las autoridades y altos cargos que lo recibieron. Textualmente dijo: "Llego a un país del que tengo inmejorables referencias. Vengo a una España en la que nació el más ilustre colaborador que jamás ha tenido Rusia: Agustín de Betancourt."
La mayoría de los presentes se miraron unos a otros preguntándose de quién estaría hablando, valorando también la posibilidad de que el presidente soviético se hubiera equivocado.
No sé cuantos de nuestros lectores, al escuchar el nombre de Agustín de Betancourt, han situado dicho nombre en la historia y la ciencia; quizás, en su tierra natal, no es tan conocido como en su tierra de adopción: Rusia.
Agustín de Betancourt nació en el Puerto de la Cruz, Tenerife, en 1758. Con veinte años se fue a Madrid. Allí, poco a poco, fue realizando actos que lo colocaron a la vanguardia de la ciencia de su época.
En 1783 logró elevar por primera vez un globo aerostático en el estado español.
A partir de 1785 llevó a cabo numerosas investigaciones y comenzó a realizar estudios sobre hidráulica y mecánica y a diseñar y adquirir máquinas para la futura creación en Madrid de un Real Gabinete de Máquinas.
Diseñó una bomba que se instaló en una fábrica de harinas, diseñó un modelo de telar mecánico y construyó una máquina eólica para secar terrenos pantanosos.
Se trasladó a Inglaterra donde diseñó una máquina de cortar hierba en ríos y canales y presentó un prototipo que incluía planos de un telégrafo óptico.
En 1797 regresó a Madrid donde fue nombrado Inspector General de Puertos y Caminos. Inauguró la primera línea española de telegrafía óptica entre Madrid y Aranjuez, y en 1802 consiguió que se creara la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, de la que fue el primer director.
A finales de 1807 viajó a San Petersburgo invitado por el Zar Alejandro I de Rusia donde permaneció hasta su muerte a su servicio.
A lo largo de los 16 años de su estancia en Rusia alternó la dirección académica del Instituto de Ingenieros con numerosas obras públicas de gran importancia para el desarrollo de dicho país.
El físico al que hacía referencia al principio nació en Arrecife, Lanzarote, en 1878 y su nombre era Blas Cabrera Felipe.
En 1898, con solo 20 años, se licencia en Ciencias Físico-Matemáticas por la Universidad Central de Madrid, y tan solo 3 años después, en 1901, se convierte en Doctor en Ciencias Físicas en esa misma Universidad.
En 1911 conoció a Einstein en Suiza, estableciendo con él una gran amistad que les duraría toda la vida y que hizo que Blas Cabrera lo acompañara en su visita al estado español en 1923.
En 1933, Cabrera volvió a ser el único ciudadano español invitado al Congreso de Solvay que se celebró en Bélgica dedicado a estudiar “La estructura del núcleo atómico”. Entre otros, participaron el propio Einstein y Marie Curie.
Con el inicio de la guerra civil española, Cabrera se exilió y, aunque regresó en 1937, decidió volver a marcharse a México, donde murió en 1945.
Dejó tras de sí más de una docena de libros sobre física y fue el introductor en el estado español de la teoría de la relatividad.
Dos canarios universales cuya memoria se debe mantener viva como ejemplo de superación para los futuros científicos canarios.
Juan Carlos Saavedra
Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria
www.juancarlossaavedra.com