De baile de taifas y cuentos de brujas
Nuestros abuelos aprovechaban sus propias viviendas para hacer fiestas y bailes. Nos referimos a los llamados "Bailes de Taifas". Esos encuentros eran la única posibilidad de ocio de nuestros abuelos y servían también para iniciar los noviazgos y "echar una cana al aire". Conozcámoslos un poco más.
Estos bailes recibían nombres distintos en cada isla. En La Palma o en Lanzarote se les conocía como Bailes de Candil, al alumbrarse el encuentro bajo su luz. En Tenerife y en El Hierro, por el contrario, los llamaban Bailes de Cuerda, al predominar este tipo de instrumentos en los grupos que animaban el encuentro.
La excusa para celebrarlos podía ser cualquiera, un nacimiento (entonces se le denominaba baile de Parida), la descamisada de las piñas, las fiestas patronales del municipio o Carnaval.
La idea es sencilla. Se escoge una casa particular, se arrinconan los muebles y enseres para que quepa el mayor número de gente posible. Dentro de la casa se colocan los "tocadores" y el público, y sobre todo los varones, se quedan fuera esperando para poder entrar a bailar.
(Los Bailes de Taifas se han recuperado en muchas islas)
El control de la entrada y salida lo hacía una persona encargada por el organizador del encuentro. Se le solía llamar "mandador" y este iba regulando las entradas y salidas del público. Talio Noda opina que el nombre de Baile de Taifas puede venir precisamente de esa figura.
Este se colocaba en la puerta y pedía a todo el que quería entrar "la tarifa" y de tanto "tarifa", "tarifa" se quedó en "taifas". Sabemos que los canarios somos muy amigos de ir acortando palabras...
Había que llevarse bien con el "mandador" ya que este podía hacernos coincidir dentro con la mujer o el hombre con el que queríamos bailar.
La "tarifa" iba destinada a comprar el ron y las viandas que se servían en el baile y para pagar a los tocadores. A veces también el que prestaba la casa recibía algo por las molestias. No era infrecuente pagar en especie la entrada.
Dentro de la casa estaban estratégicamente sentadas las madres y sus hijas para vigilar con quién bailaban éstas. Había muchos hombres, como se decía en aquella época "dispuestos a echar un puño a la baifa".
(Talio Noda ha jugando un papel fundamental en la recuperación de nuestros bailes y nuestra música)
Ahora los grandes comunicadores están dando cursos sobre eso que llaman "el lenguaje no verbal". Ya en aquella época nuestras abuelas eran maestras en dominar ese arte, una simple mirada a sus hijas servía para decir "con ese no", "con ese sí".
Al día siguiente, en las labores del campo, los que estuvieron en los bailes hablaban muy bien de ellos si... habían acabado a puñetazos, ya fuera por una mujer que tenía varios pretendientes o bien por la carga de alcohol consumido en esa noche.
Curiosamente, los que se habían peleado tras el incidente seguían tan amigos como siempre. Sería algo así como "Lo que pasa en el Baile de Taifa, se queda en el baile de taifa".
En aquellos tiempos las comunicaciones no eran como ahora. Los Bailes se podían celebrar en otros municipios a los cuales había que llegar tras horas de caminata por montañas o barrancos. Los más afortunados podían hacer el recorrido en burro. Esos grandes desplazamientos dieron lugar a nuestra tradición de cuentos de brujas.
Imaginemos que un hombre sale de su casa a las 6 de la tarde para ir a uno de esos bailes. Promete en su casa "no regresar muy tarde" y "tampoco muy cargado". Este se ve a las 12 de la noche, ciego de ron o vino, imaginándose la que le espera al llegar a casa.
Se busca alguna cueva en el camino y se echa a dormir. Se despierta al día siguiente por la tarde y se encamina a su vivienda sabiendo lo que le espera.
Cuando llega a su casa pone cara de apenado y de estar pasando un mal trago ante su esposa, que lo espera con el rodillo de amasar en la mano y le cuenta:
"¿Sabes qué me pasó anoche? Cuando iba al baile vi a una vieja y me reí de ella. Se ve que era una bruja y me echó una maldición. Salí del baile a las 10 de la noche para volver temprano a casa y cuando caminaba hacia aquí, vi una niebla extraña y me desorienté. Cuando ésta se fue ya había salido el sol y eran por lo menos las cuatro de la tarde. Yo entré en la niebla sobre las 10.30 de la noche".
(Las tradición de Brujas está presente en nuestra toponimia)
Ante esto la mujer se persignaba y lo entraba en su casa para darle un caldito con el que curar el mal trago.
Les invito a revisar nuestros cuentos populares para ver la gran cantidad de historias parecidas a esa.
También los cuentos de brujas servían para tapar infidelidades. En esa ocasión se contaba que de regreso a casa se encontraba el paseante con un animal, al acercarse a él este se convertía en mujer bruja, por lo que el pobre tenía que salir corriendo para huir de esa mujer. Muchas veces el "atacado" identificaba a la mujer que se le había aparecido entre las vecinas del pueblo... Ya pueden imaginarse cómo se podía cubrir de esa forma las habladurías del vecindario.
Como decíamos, los bailes de taifas y nuestra tradición brujeril están unidas y forman parte de nuestra memoria colectiva.
Juan Carlos Saavedra
Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria
http://www.juancarlossaavedra.com