Cuándo NO comer: reconoce el lenguaje de tu organismo
Saber cuándo NO comer es igual de importante que saber qué, cómo, cuándo y cuánto comer. Respetar las señales de tu organismo permitirá que puedas beneficiarte adecuadamente de todos los nutrientes sin fatigar a tus órganos digestivos
Con el artículo de esta semana, quiero ayudarte a identificar esos momentos en que muchas veces comes de forma automática, pero en realidad tu cuerpo te estaba pidiendo otra cosa.
Con esta serie de artículos, quiero brindarte herramientas tangibles para que puedas liberar tus digestiones, potenciar tu energía y tu calidad de vida y asimilar los nutrientes de forma más eficiente.
Por eso, en este tercer artículo, nos centraremos en cuándo no comer. Tienes en mi perfil los dos artículos anteriores, sobre cómo y cuándo comer.
¿Cuándo NO comer?
Es importante que tengas en cuenta que hay ventanas del día en que nuestro organismo está preparado para recibir y procesar el alimento; y otros momentos del día en los que no.
Entre las dos de la tarde y las diez de la noche, es el momento ideal para poder recibir y metabolizar el alimento, ya que nuestro cuerpo entra en el biorritmo de apropiación.
Nuestros órganos digestivos se preparan para hacer su trabajo, y hay secreción de jugos gástricos, pancreáticos e intestinales.
Por el contrario, a primeras horas de la mañana y durante la noche, nuestro cuerpo no está preparado para recibir ni digerir el alimento.
A la noche, el cuerpo entra en una fase de asimilación. Es el momento en que reparte todos los nutrientes provenientes de la alimentación a todo el organismo.
Es por eso que normalmente cuando recién nos levantamos, no tenemos hambre: nuestros depósitos de energía, están llenos.
Y hasta que no realizamos alguna actividad y comenzamos a gastar esa energía, no nos viene el hambre real.
Por la mañana temprano, además, el cuerpo necesita usar la energía disponible para llevar a cabo las tareas de limpieza del organismo, ya que se encuentra atravesando el biorritmo de eliminación.
Comer en esos momentos, puede hacer que la energía se desvíe por completo de la eliminación y estas tareas no puedan llevarse a cabo.
Es por esto que lo mejor es desayunar alimentos con muy poca carga digestiva y una alta densidad nutricional, como las frutas.
Por otro lado, comer en estados emocionales alterados, cuando estamos atravesando una crisis emocional importante, una crisis aguda de dolor o un proceso inflamatorio, es contraproducente.
Así mismo tampoco es recomendable comer en estados de fiebre, o si estamos atravesando un duelo o pasando por una tristeza muy acusada, o si estamos siendo sometidos a un trabajo físico y/o psíquico que demanden mucha energía.
En estos momentos, tu organismo necesita toda la energía disponible para poder gestionar esos procesos, sin que esta sea disipada en los trabajos digestivos.
Aquí, el cuerpo no está en condiciones de secretar jugos gástricos, pancreáticos ni intestinales que se necesitan para la digestión.
Si comes en esos momentos, probablemente, los alimentos no se podrán digerir ni aprovechar adecuadamente.
Y las digestiones se retrasarán, haciendo que se generen fermentaciones y putrefacciones dentro de nuestro aparato digestivo, con el malestar que eso conlleva.
¿Tenías en cuenta todo esto a la hora de comer?
¿En qué momento del día comes normalmente?
¿Recurres a la comida cuando atraviesas momentos “difíciles”, o te permites atender tus verdaderas necesidades de la manera en que precisas?
¡Nos vemos en el próximo artículo, donde hablaremos de cuánto comer!
Flor Fernández
Técnica superior en dietética y Coach integral de salud